Algunos consejos para aprender alemán
Convertir el aprendizaje en un hábito
Aprender alemán es como llevar un estilo de vida saludable: al principio cuesta, los avances no se ven de la noche a la mañana y cuando la cosa se pone difícil te ves tentado a desistir. Sin embargo, cuando persistes llegas a un punto donde lo disfrutas, porque eso que tanto te costó lograr, ahora es parte de tu vida. Tanto aprender alemán como llevar un estilo de vida saludable exigen disciplina, constancia y sobretodo paciencia. Sí, porque adquirir nuevas destrezas y cambiar hábitos requiere de tiempo y es un proceso constante, si queremos que los resultados sean sostenibles. Llevar toda esta teoría a la práctica es lo complicado, especialmente cuando la motivación decae o se esfuma en el camino.
“Aprender alemán es como meterse en un régimen para bajar de peso”
Con la meta en mente
Sin hablar el idioma local se reducen sustancialmente las posibilidades de trabajar, de estudiar y de construir un proyecto de vida que nos lleve a sentirnos integrados y socialmente incluidos. Independiente de la motivación que tenga uno para aprender alemán, es necesario plantearse una meta clara y pequeños pasos que nos permitan avanzar en el camino. Si la meta es aprender alemán en el plazo de dos años, es importante definir hasta qué nivel queremos avanzar y que competencias deseamos desarrollar, para que nuestros esfuerzos vayan encaminados en esa dirección. Es como meterse en un régimen para bajar o subir de peso; es necesario definir cuántos kilos queremos ganar o perder, en cuanto tiempo y cómo lo queremos hacer, para ver resultados donde los esperamos.
Ayuda bastante escribir esas metas y objetivos, y definir actividades para llevarlos a cabo. Las pruebas que se hacen en los cursos de alemán y los test oficiales nos ayudan a medir cómo avanzamos en distintas competencias. Pero más allá de llegar a un nivel B1, B2, C1, cualquiera que sea el nivel, es importante no olvidar esos pasos que vamos dando en el diario vivir. Ser capaces de hacer una aplicación laboral, de abrir una cuenta bancaria, de contratar un seguro sin ayuda de un traductor, son pequeños logros que nos muestran que sí estamos avanzando.
Primero gatear después caminar
Cuando llegué a Alemania empecé un curso intensivo de alemán en la universidad de Mannheim. Como ya traía unas bases desde Colombia inicié en el nivel A2, aunque para ser sinceros esperaba entrar directamente en el nivel B1. Luego agradecí ese “retroceso”, porque al terminar mi nivel B1-2 en la universidad sentí que mi alemán era más fuerte en gramática. Aunque no tuve problemas en escritura y lectura, salí con la frustración de ser una comunicadora que no podía comunicarse de una manera medianamente fluida. De la universidad salté a la Volkshochschule de Mannheim (Abendakademie), donde hice el curso de Orientación. Ese curso y la prueba del nivel B1 son de obligatorio cumplimiento para inmigrantes como yo- colombiana radicada en Alemania por reunificación familiar. El curso y la preparación para el examen resultaron ser una oportunidad grandiosa para interactuar con otras personas, aprender sobre la sociedad alemana y asimilar la gramática que tenía en la cabeza y que no sabía cómo transformar en palabras. La cuestión es de tiempo. Creo que muchos llegamos a un punto donde ya no queremos aprender más gramática y deseamos simplemente hablar y entender todo lo que nos dicen. Pero para llegar a un nivel cercano a esas expectativas, primero hay que tener unas bases gramaticales bien cimentadas que nos permitan ir avanzando en todas las competencias; seguramente en unas más rápido que en otras. Pero como me dijo un día un profesor: sin gramática no hay idioma.
“No dominar un idioma no me hace inferior, incapaz o inútil”
Enfocarse en los puntos débiles
Tengo una fascinación por la lectura y la escritura. Quizás por eso, he podido avanzar más rápido en el aprendizaje del alemán en estas dos áreas. Sin embargo, tras terminar mi nivel B1, decidí no tomar inmediatamente el nivel B2 para dedicarme a entrenar mi talón de Aquiles: “Hören und Sprechen”. Acepté los primeros trabajos que logré conseguir: un minijob en un almacén de ropa y después un trabajo de medio tiempo en una panadería. Muchas veces me sentí frustrada y con ganas de salir corriendo cuando alguien se molestaba porque yo no le entendía, o cuando no podía expresarme como lo haría en mi lengua materna. Sin embargo, estas experiencias me ayudaron a mejorar sustancialmente mi capacidad para entender el alemán hablado, con sus acentos y sus dialectos. Aprendí nuevas palabras, esas que no te enseñan en las clases y sobre todo cómo es una parte de la cultura alemana, con sus claros y sus oscuros. Después de todo entendí que no dominar un idioma no me hace inferior, incapaz o inútil. Asumir el reto nos hace valientes y eso vale la pena recordarlo. Con esa experiencia en el bolsillo, regresé a las aulas para hacer mi nivel B2. Ese ha sido el mejor curso que he tomado, porque siento que lo disfruté y que estaba en el nivel (en todas mis competencias) para sacarle el mejor provecho a las clases. En unas semanas sigo con mi nivel C1, antes de presentar la prueba oficial de alemán.
Mi proceso ha sido lento y pausado. Hay quienes logran hacer todos los niveles desde el A1 hasta el C1-2 sin descanso y tomando lo mejor de cada curso. Los admiro. Pero en esto, mi recomendación es no compararse, porque cada persona tiene sus propias metas y no todos aprendemos de la misma forma. No obstante, sí considero importante dedicarle tiempo a eso que nos cuesta, porque es allí donde realmente están los avances significativos.
Hacerlo divertido
^Reconozco que soy fanática de los videos de cocina y estilo de vida saludable – aunque en la vida real soy amante del pan alemán y de las tortas. Dentro de mi lista de youtubers, tengo algunos alemanes, que me encantan porque me dan recetas y tips que son bastante útiles para cocinar de forma creativa y saludable en Alemania; cosa difícil durante el invierno. Traten de incluir el alemán en sus hobbies y cada actividad diaria. Al principio cuesta, pero con el tiempo se convierte en un hábito y hasta en una necesidad, como ver el Tagesschau o chequear las noticias en “Die Zeit”, mis hábitos diarios.
Autora: Karina Ausecha Penagos: periodista colombiana residente en Alemania. https://alotroladodelcharco.com/
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